lunes, 7 de enero de 2013

DE VUELTA AL TRABAJO....

¡FELIZ AÑO A TODOS!
Como os habréis percatado ya, os dejado descansar estas vacaciones para que cogiérais fuerzas, ya que la segunda evaluación viene "cargadita" (y no de regalos) y con poco tiempo; concretamente, disponemos de... 11 semanas hasta las vacaciones de Semana Santa y para que llegue nuestro viaje... lo que se traduce en unas 40 divertidísimas clases de lengua, de las cuales tres serán exámenes, por lo que se quedan en 37... Esto es aproximadamente, y tan solo un descanso por Santo Tomás, nuestro santo preferido, que nos hará perder dos días de clase: el de las actividades (25 de enero) y el festivo (28 de enero). Por cierto, ya los había descontado de las cuarenta, por si alguien se ha hecho ilusiones.

Para daros la bienvenida al nuevo año quería que os recreárais con estas palabras de Oscar Martínez, un poeta argentino... Espero que lo disfruten.

"Que me palpen de armas" (ENLACE YOUTUBE-video)   LETRA:
"Creo en el amor como en la experiencia más maravillosa de la existencia, como generador de toda clase de alegrías.Y en el amor correspondido, como la felicidad misma. Pero no fui educado para él, ni para la felicidad, ni para el placer. Porque fui advertido malamente contra la entregay el gozoso abandono que supone. Cada día, entonces, todavía es una ardua conquista,una transgresión, una desobediencia debida a mí mismo, una porfía. La laboriosa tarea de desaprender lo aprendido, el desacato a aquel mandato primario y fatal, aquel dictamen según el cual se gana o se pierde, se ama o se es amado, se mata o se es muerto. La vida, por tanto, no me ha endurecido, ese sea tal vez mi mayor logro. Que me palpen de armas. Dejo a un lado, si es que alguna vez tuve o me queda, toda arma que sirva para volverse temible, para someter, para acumular, para ser poderoso, para triunfar en un mundo de mano armada, en el que la felicidad se compra con tarjeta de crédito. No quiero que la lucidez me cueste la alegría, ni que la alegría suponga la necedad o la ceguera... Pero no me es fácil, me cuesta vivir a contratiempo, con la sensación de ser testigo de un desatino histórico gigantesco, de un extravío descomunal, tan irracional, absurdo o desolador como la bomba de neutrones. No entiendo al mundo. Me parece, como dice Serrat,que ha caído en manos de unos locos con carnet. Me siento ajeno a la debacle, pero en el medio de ella. Mi vida es apenas un instante en el océano del tiempo y es como si quisiera que ese instante fuera sereno y hondo,en el medio de una ensordecedora discoteca ode un holocausto definitivo, siempre a punto de estallar. Me desazona la banalización de la vida. El pavoneo de la insensatez. El triunfo de la prepotencia y de la ostentación. La deshumanización salvaje de los poderosos, la aceptación y el elogio del "sálvese quien pueda". La práctica y la prédica del desamor y de la histeria. Me descorazona la idiotez colectiva. La idealización de lo superfluo. El asesinato de la inocencia.El descuido suicida de lo poco que merecía nuestro mayor esmero. El desconocimiento o el olvido de nuestra propia condición. Me conmovió, no hace tanto, que el cosmólogo Sagan, en un artículo extenso, escrito como desde un punto perdido en el infinito del espacio desde el cual el mundo se observa como una bolita cachuza, terminara diciéndonos: "Besen a sus hijos, escuchemos a esos hombres, sigámoslos.Leamos a los poetas, no permitamos que el misterio de la existenciadeje de estremecernos cada día, porque es el costo más alto que podemos pagarpor nuestra necedad y nuestra omnipotencia. La vida de un árbol merece nuestra devoción y nuestro másgrande regocijo; al amparo gozoso de su sombra, acariciados por la tibieza de la luz del soly arrullados por el sonido mágico e irrepetible de su follaje, mecido por la mano invisible del viento, estaremos a salvo de la alienación y de la orfandad; siempre y cuando seamos capaces de apreciar esa gloria mientras nos sea posible de reconocer en ella nuestra mayor riqueza. Que la muerte no nos hiera en vida, que la ferocidad no nos pueda el alma. Que nada troque nuestra dicha de estar despiertos. Que una caricia nos atraviese como una flecha jubilosa y radiante. Besemos a los que amamos. Amémonos".
Óscar Martínez.

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